Los defensores de los lácteos sí nos dan mil y una razones de las cuales muchas de ellas son ciertas. Por otra parte, los defensores de los lácteos no, reniegan automáticamente de ellos mediante la idea de que el hombre es el único animal que sigue tomando leche siendo ya adulto.
En mi opinión, no son imprescindibles en nuestra dieta pero los fermentados que contienen los yogures naturales, los quesos o el kéfir pueden aportarnos beneficios.
Siempre debemos elegir yogures naturales y, a poder ser, sin desnatar, ya que son más saciantes y contienen más vitaminas. Sus únicos ingredientes deben de ser: leche y fermentos lácticos. No hace falta ni que decir que fuera los azucarados, los que llevan colorantes, conservantes…
El kéfir es un alimento probiótico que contiene muchos compuestos bioactivos, incluyendo hasta 30 cepas de bacterias buenas, que mejoran nuestra microbióta intestinal.
En cuanto al queso siempre tenemos que ojear la procedencia de la leche y lo que contiene. Lo único necesario para hacer un buen queso es: leche cruda, cuajo y sal. Éstos mismos son los ingredientes que forman nuestros quesos de vacas felices, libres y comiendo pasto.
¿Qué nos aportan?
Además de calcio, nos aportan proteínas, los yogures menos (6 gr por cada 100 gr de yogur) que los quesos, que pueden tener hasta 36 gr. La grasa varía: vaca 3%, oveja 6’4% o cabra 4%. Los hidratos de carbono que nos aportan son pocos, los minerales que adquirimos son: potasio, fósforo, magnesio y hierro. Finalmente, en cuanto a las vitaminas encontramos: vitamina A, D y B12.
En conclusión, los lácteos son beneficiosos para nuestro cuerpo, siempre y cuando sean naturales y procedentes de animales sanos. Los expertos recomiendan la ingesta de dos raciones diarias.