¿Sabes realmente lo que estás comiendo?¿Lees las etiquetas de los productos?¿Conoces lo que le estás dando a tu cuerpo?¿Estás informado sobre la diferencia entre alimento y producto?¿Realmente eres consciente de que tú y solo tú eres el responsable de lo que entra en tu cuerpo?¿Sabes que todo lo que no es natural 100% lleva etiqueta?
Tienes que tener noción de lo que estás comprando, aunque nos presenten una parte perfecta y llamativa, nos tenemos que olvidar de eso y darle la vuelta, puesto que allí es donde podrás ver realmente lo que contiene ese producto. Por ley, el orden de los ingredientes debe de ser de mayor a menor, es decir, el primero es el mayoritario y el último es el minoritario.
Vigila, sobre todo, que los tres primeros ingredientes (si el resto tampoco mucho mejor) no sean harinas refinadas, aceites vegetales o margarinas o azúcar. Pasos a seguir:
- Mirar de que tamaño es la porción para saber aplicar los valores a esa porción.
- Mirar los ingredientes, cuantos menos ingredientes mejor, si tienen menos de cinco, mejor que mejor.
- Entender los ingredientes que contiene y su calidad. Hoy en día contamos con una ventaja maravillosa, si hay algo que no sabemos lo que es, sacamos nuestro móvil y lo miramos en un instante en google.
- Vigila la información nutricional que tiene, es decir, las grasas, los hidratos, las proteínas y la sal.
- Los aditivos que lleva: conservantes, colorantes, edulcorantes… que poco a poco iremos desgranando.
Por lo tanto, y como conclusión, a partir de hoy mismo lee e infórmate de todo lo que te llevas a la boca. Al principio, puede parecer tedioso, pero en cuanto te acostumbres lo harás por inercia.
Este es el primero de una secuencia de episodios donde desglosaré más profundamente este tema que me parece de vital importancia.